Dios es el mismo de ayer, hoy y siempre. Sigue mostrando su misericordia y grandeza a aquellos que se acercan a él. Dios obra en su soberanía y desde que hemos buscado su presencia, hemos visto que su brazo no se ha acortado. Servimos a un Dios que puede cambiar al más duro corazón y darle esperanzas nuevas.